En el año 1968, el escritor de ciencia-ficción británico John Wyndham (1903-1969) publicó la novela Chocky. Hoy han sido casi olvidadas, injustamente, obras suyas como El día de los Trífidos (The day of the Trifids, 1951), Kraken acecha (The Kraken waves 1953) o Las crisálidas (The Chrisalids, 1955). Dicho sea de paso, algunas de aquellos libros giraban en torno al apartado temático del género ciencia ficción en el cual los vegetales desarrollaban mutaciones e inteligencias avanzadas; encontramos buenos ejemplos desde en las pioneras propuestas de Lovecraft hasta en la fecundidad de obras posteriores, sobre todo en la literatura británica del género (y el cine, no hay más que ver la olvidada El Experimento del Doctor Quatermass). Wyndham cultivó lo que él llamaba “logical fantasy” y comenzó a escribir hacia 1925, época en que se desarrollaba el género de la ciencia ficción de la mano de pioneros como el acuñador del género, Hugo Gernsback. Pero lo más importante de su creación data de los años 50, época en que escribió Los cuclillos de Midwich (The Midwich Cuckoos, 1957), más conocida por su adaptación cinematográfica El pueblo de los malditos, de Wolf Rilla, en 1960 (en los 90 John Carpenter decidió hacer un remake que como en otras ocasiones, no aporta nada nuevo salvo colorear el blanco y negro y perder la frescura del original)
Chocky supuso una gran creación de Wyndham una inteligencia extraterrena benigna frente a los acostumbrados extraterrestres malvados que deseaban destruir a la raza humana o simplemente conquistar la tierra. El tránsito de los años 70 a los 80 trajo vientos de cambio en el cine de ciencia-ficción, en creaciones como Encuentros en la tercer fase o ET, el extraterrestre. Claro está, la novela siempre ha llevado la delantera y vemos que el tema había aparecido ya mucho antes.
El libro narra la historia de Mathew Gore, un niño muy inteligente pero que preocupa a sus padres por haber entrado en una persistente fase de conductas extrañas, hablando consigo mismo y mostrando una notable brillo de genio en manifestaciones como el cálculo matemático o el dibujo. Y es que el niño ha entrado en contacto con Chocky, una etérea entidad venida de otro mundo.
En 1983 Pamela Lonsdale, una productora ejecutiva de la británica Thames Televisión, llevaba diez años de intentos persiguiendo los derechos para llevar una adaptación de la novela a la televisión. Los mencionados derechos se hallaban en manos de compañías americanas, pero en la mentada fecha, Richard Bates, el hijo del autor E. H. Bates, ganó el control de los derechos y comisionó al escritor Anthony Read (que trabajó en producciones televisivas tan notables como The Omega Factor y Doctor Who, minimalista y longeva serie de culto de ciencia ficción británica) para adaptar la novela, cosa que hizo en seis capítulos de 25 minutos cada uno, que guardaban gran fidelidad con la obra original, salvo en algún detalle como la materialización de Chocky (tetraedro transparente y la luz verde o azul), que en la novela sólo aparecía como una voz. Chocky la serie, se hizo realidad y posteriormente se hizo una adaptación como película, aparte de dos continuaciones de la serie. Vic Hughes y posteriormente Richard Bates fueron los productores de las series.
Andrew Ellams fue designado para el papel protagonista del niño Mathew Gore, y la voz de Chocky era interpretada por Glynis Brooks. La serie contaba con la limitada sobriedad de medios característica de una productora británica, pero los resultados fueron impresionantes, dado el tesón y la dedicación con los que trabajó el equipo (los productores de Hollywood bien podrían tomar nota, “tanto poder y tan poca visión de qué hacer con él”) La secuencia del comienzo del tetraedro transparente, las enigmáticas luces e imágenes en que se fundía (diseñada por John Stamp) y la inquietante sintonía musical electrónica del compositor John Hyde conferían a la serie desde el principio un halo de misterio e inquietud soberbio. Es de lo poco que he retenido en la memoria y aún despierta el placentero escalofrío que debe destilar toda buena obra de misterio. Como decía, a la limitación de medios se le sacaba mucho partido, empezando por el reducido pero magnífico plantel de actores. Y aunque se enfocó como una serie para niños y jóvenes, estimamos que no se quedaba en los estrechos márgenes en que suelen situarse las series que se orientan a esa franja de edades. Además, salvo por los peinados y modas en el vestuario y automóviles (francamente “ochenteros”), la serie no parece haber envejecido nada mal, según atestigua el público que ha vuelto a verla veinte años después.
He aquí una sucinta sinopsis de la serie. Matthew Gore, un inteligente chico, es elegido por Chocky, una misteriosa inteligencia extraterrestre, con el fin de conseguir información sobre la vida en la tierra. Los padres de Matthew, David y Mary (interpretados por James Hazeldine y Carol Drinkwater respectivamente) son testigos de cómo su hijo experimenta una serie de cambios en su conducta, volviéndose más inquisitivo sobre la vida que le rodea. Sus trabajos escolares y su creatividad artística se disparan notablemente, así como su destreza en los videojuegos. Sus progenitores se vuelven aún más preocupados, pues a pesar de que Matthew trata de ocultar la existencia de Chocky, no puede dejar de hablar con la entidad en voz alta. El niño salva a su hermana Polly (Zoe Hart) de ahogarse dirigido por la entidad (pues Matthew no sabía nadar). Sus padres envían acaban enviándole a un psicólogo, pero oscuros intereses intentan secuestrar al niño para conseguir los secretos que alberga. Es por ello que Chocky abandona finalmente a Matthew tras ser rescatado.
La serie se emitió en Gran Bretaña entre enero y febrero de 1984, y un año más tarde llegaba a España. Contó además con una continuación en forma de dos mini-series de seis episodios cada una: Los hijos de Chocky (Chocky’s Children, emitida en Inglaterra entre enero y febrero de 1985) y El desafío de Chocky (Chocky’s Challenge, estrenada en Gran Bretaña entre septiembre y octubre de 1985) Los directores de las tres series fueron Christopher Hodson (1984) y Vig Hughes (1984-5) y luego Peter Dugid (1985) y Bob Blagden (1986). La aprobación manifestada por los herederos de Wyndham, que vieron en la primera entrega de la serie la mejor adaptación de cuantas se habían hecho de las obras del escritor, aprobó la ejecución de las dos mencionadas continuaciones, aunque aquellas presentaron una calidad algo inferior a la original. En primer lugar, porque el final de la primera serie coincidía con el de la novela. El guión de las posteriores entregas se urdió a partir de algunas referencias que Wyndham anotase en la novela original, sobre el interés de Chocky, comunicado a Matthew, por entablar contacto con otros jóvenes inteligentes de la tierra.
Los hijos de Chocky se desarrolla un año después del final de la primera entrega. Matthew conoce a Albertine, una chica con un brillante talento para las matemáticas. Ambos desarrollan paulatinamente una comunicación telepática, y Albertine va a tener conocimiento de Chocky. Pero por ello se verá amenazada y será secuestrada por individuos que persiguen desvelar los secretos de la energía cósmica. Es por ello que Chocky retorna para ayudar a Matthew a encontrar a su amiga.
El retorno a lugares comunes de las anteriores entregas y el nivel interpretativo inferior de algunos de los nuevos actores hicieron que la tercera parte, El desafío de Chocky, fuese inferior a las anteriores. En esta entrega el personaje de Matthew aparece mucho menos, ya que el joven actor Andrew Ellams iba a desarrollar su carrera hacia otra dirección (llegando a ser en la actualidad profesor de ciencias económicas). El argumento giraba en torno a Albertine quien, junto con otros chicos sensibles al don telepático, recibe instrucciones de Chocky, cuyo pueblo ha decidido revelarles los secretos de la energía cósmica. La intrusión de los militares en el proyecto tratando de utilizarlo en beneficio propio introducía el elemento desestabilizador e intrigante de la trama.
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